Cuando invertimos, creemos que todas nuestras decisiones son tomadas desde el plano racional, sin embargo una rama de la economía que se encarga de estudiar los comportamientos y las conductas nos desmantela esa creencia y nos permite generar conciencia de cómo nuestras decisiones pueden tener detrás una carga de subjetividad y emotividad.
En las finanzas comportamentales o economía del comportamiento existen varios sesgos que impactan las decisiones de un inversionista. Algunos de estos sesgos son: la sobreconfianza, la aversión a la pérdida, el arraigo y emotividad, el arrepentimiento, y el sesgo local.
De este último, hay varias cosas por anotar. En los portafolios de inversión el sesgo local se manifiesta como una marcada preferencia del inversionista por los activos locales, también conocidos como activos domésticos.
Esto hace que el portafolio del inversionista que tiene este sesgo pase por alto oportunidades de diversificación en el extranjero y “nuble”, por así decirlo, su estrategia de inversión. Un inversionista que es víctima del sesgo local tiene una visión miope del mercado de capitales globales donde existen múltiples alternativas para construir portafolios más robustos.
Manuel García, Vicepresidente Wealth Management de Skandia, explica este fenómeno diciendo que los seres humanos nos inclinamos mucho a la familiaridad: “nos sentimos mucho más cómodos invirtiendo en activos locales, pues tendemos a pensar que, por esa familiaridad que nos despiertan, tenemos un mayor dominio y conocimiento de los mismos. Sentimos que podemos, de mejor manera, predecir su desempeño”.
Otras dos causas que se le suman a este sentimiento de familiaridad son que en algunas jurisdicciones existen ciertas barreras tributarias para hacer negocios internacionales y, también, una falsa percepción de que invertir en monedas distintas suponen un riesgo mayor.
Este comportamiento del sesgo local se demuestra en un estudio realizado por J.P. Morgan Asset Management, en el cual se afirma que el inversionista latinoamericano promedio invierte el 97.5% de su portafolio en activos locales, asignando solo el 2.5% de su portafolio a activos internacionales.
García también explica que esa falsa certeza que sienten los inversores con sesgo local en Colombia realmente suele terminar en resultados poco esperados, porque “los mercados locales son pequeños, poco profundos y muy concentrados en industrias específicas, lo que puede llevar a perder oportunidades de inversión muy interesantes y altamente diversificadas”.
El sesgo local contradice uno de los principios más importantes de la teoría de carteras: la diversificación, el famoso “no poner todos los huevos en la misma canasta”. Una buena colocación geográfica, donde los asuntos coyunturales locales o internacionales no impacten en igual medida, es ideal para un portafolio de inversión.
A modo de conclusión sobre este tema, Manuel expone que “un inversionista colombiano no estará en desventaja de ninguna manera en una inversión internacional, sino que, por el contrario, está ampliando sus posibilidades de lograr un portafolio diversificado que responda a sus objetivos particulares de inversión”.
En definitiva, quitarse la venda del sesgo local es tener más parte del “pastel”. No se trata de reemplazar en su totalidad los activos locales, sino lograr un complemento efectivo con una porción de exposición doméstica y otra internacional.
Hay múltiples oportunidades para exponerse a un universo robusto de alternativas en el exterior, y en Skandia, existen soluciones para que diversifiques tu portafolio hacia este universo de oportunidades.. Si estás interesado en esta y otras opciones de inversión internacional, compártenos tus datos en el siguiente formulario.
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